Hace unos días, buscando en Internet algún juego que llevar a clase, cayó de nuevo en mis manos un artículo de
Marco Mezzadri a propósito de la didáctica lúdica. El artículo tiene ya su tiempo, pero me ha hecho plantearme algunas cuestiones.
Proponer juegos (entendiendo juego en el sentido más amplio) en una clase de idiomas puede ser una forma excelente de potenciar la creatividad de nuestros alumnos, una forma de que aprendan inconscientemente y de potenciar la capacidad de relacionarse entre ellos y con el propio profesor. Además, la ejecución de un juego, como explica en su artículo Mezzadri, nos obliga a concentrarnos tanto en el proceso para desarrollar correctamente la actividad (a través del respeto de las reglas, por ejemplo), como en el resultado, motivándonos y empujándonos a jugar para ganar.
Sin embargo, no siempre es fácil llevar este planteamiento a la práctica, especialmente con alumnos adultos, que suelen ser más reacios a estas actividades, ya que muchos no lo ven como algo serio. Así como tampoco todos los juegos funcionan con todos los grupos por mucho que nos esforcemos en conseguirlo. Pero si de pequeños aprendemos jugando, ¿por qué no seguir haciéndolo durante el resto de nuestra vida? Al fin y al cabo es una forma más de aprender haciendo.
Es muy importante generar en los alumnos una actitud positiva y motivarlos. Si somos capaces de hacer esto, seguramente responderán bien a esta actividad. Lo que yo suelo hacer, y he comprobado que funciona bastante bien, es implicarme de lleno cuando propongo un juego, ser siempre el primero en jugar, el primer «voluntario». Esto vale para cualquier actividad, y hace que los alumnos no se sientan tan ridículos o que les dé menos vergüenza jugar después de haber visto ya al profesor haciéndolo, ya que en muchos casos es este miedo el que les echa para atrás ante este tipo de actividades.
Yo soy bastante partidario de jugar en clase, eso sí, siempre que esté justificado. En mi opinión, el mejor momento para introducir un juego es al final de una unidad didáctica, a modo de repaso o como evaluación, pero en realidad, cualquier momento puede ser bueno, depende del objetivo que pretendamos alcanzar con él.
Aunque me gustaría decir muchas más cosas sobre este tema, no quiero alargarme demasiado. Me despido con un par de enlaces a juegos que podemos plantear en una clase de idiomas, pero hay muchísimos más en la red. Aunque están pensados para la clase de E/LE, se pueden adaptar a cualquier lengua.